20

 

Escribir

 

Hola a todos:

La semana pasada os contaba cómo es para mí empezar a escribir una historia. Ahora viene la parte más dramática, la que da trabajo, la que más me cuesta. En definitiva, la que te mantiene con los pies en la tierra.

Lo que has escrito es solo para ti. Te gusta, has disfrutado y disfrutas cada vez que lo tienes entre las manos, pero las cosas cambian cuando decides compartirlo. Da igual cuantas personas te lean o vayan a leerte. Como si es una sola persona. Debes hacer todo lo que está en tu mano para devolverle el favor que te está haciendo al seguirte…y aquí empieza lo complicado.

 

 

Captura de pantalla completa 20102013 20621

 

La historia ha terminado y una parte de ti se ha quedado en esas hojas desperdigadas. Estabas sentada con una amplia sonrisa, relajada, pero echas de menos lo que acabas de vivir.

No puedes soltar el bolígrafo y olvidarte de todo. Es imposible. Ahora tienes que leer lo que has escrito y eso haces, dispuesta a disfrutar de nuevo cada instante.

– Primera lectura

Tus ojos vuelan por tu letra inteligible pero no dudas de nada. Aún puedes oír las olas chocando contra el acantilado, el arma de fuego se ha disparado en tu casa y sientes con nitidez el roce de la piel entre los protagonistas. Cada palabra, cada suspiro, cada sentimiento están presentes. Tu mente sustituye los vacios que pueda haber con recuerdos vívidos y, para cuando terminas esta primera lectura, no puedes estar más satisfecha. Has encontrado algunos fallos pero te parecen fáciles de arreglar.

Pasa el tiempo y necesitas distanciarte, volver a tu realidad aunque jamás te aísles de ese mundo por completo. Algunos se toman días, otros meses. Yo no puedo decir cuánto tiempo dejo pasar porque, simplemente, pasa.

Un día recuerdas lo bien que te sentiste con determinada historia y quieres volver a experimentarlo. Coges las hojas o abres el archivo, empiezas a leer….

La magia se ha roto. La ensoñación bajo la que escribiste frenéticamente, la que te hizo disfrutar de la primera lectura, ha pasado. Ya no piensas solo en lo que entiendes, sino en lo que entenderán otros.

Ves los errores, las erratas, la carencia de esa emoción que tan bien percibiste. ¿Dónde está ese momento tan importante?. ¿Por qué no puedo expresar lo mismo?. Obviamente, no puedes transcribir lo que pasa en tu cabeza al detalle en un simple borrador, pero falta demasiado.

– Primeras revisiones:

notes-530973-m

La mitad de la trama no está recogida en ninguna parte pero no pierdes la esperanza. Recuperas el bolígrafo para retocar, tachar, añadir, cambiar… todo lo que sea necesario para que lo que está escrito se asemeje a lo que de verdad pasó. No quieres perder ni un solo detalle pero ves que se escapan entre tus dedos.

Tendrás que enfrentarte a la realidad, asumir el trabajo que supone acercar todo lo posible un texto a una vivencia. Horas entre tus letras, días trasnochando, sin contar con esa fuerza que te mantenía despierta cuando la estabas escribiendo.   Regresar a tus papeles cuando la vida real te interrumpe ya no es tan sencillo. La historia sigue contigo, pasando una y otra vez momentos estelares que no eres capaz de reproducir, sintiéndolos como una burla.

Porque escribir una historia es fácil. Lo complicado es convertir esa historia en una novela.

Lo que te pareció una buena idea no es más que un conjunto caótico al que no eres capaz de enfrentarte. Te sientes impotente, incapaz de expresar lo que tan bien piensas, de capturar lo que convierte una escena común en un instante decisivo.

Pero te gusta lo que haces y continúas, peleando contra dos mundos. El imaginario que no quiere ser representado, el real que no deja de representarse. Tu vida sigue, no puedes perdértela por una historia que, en realidad, no es la tuya. Cada minuto que le dedicas a ella, se lo quitas a tu familia, a tus amigos, a ti.

Y hay momentos en los que la odias con todas tus fuerzas. No eres capaz de arreglar sus fallos pero no te permite dejarla. Sabes que puedes hacerlo mejor, que solo necesitas trabajarla, esforzarte, coger el ritmo. Tienes que pensar con frialdad, colocarte en una posición intermedia, que no te afecte tanto, mírala desde todos los ángulos y conseguirás lo que quieres.

Te esfuerzas todo lo posible y terminas las primeras revisiones. Esta vez no te recuestas con una sonrisa llena de tranquilidad, sino agotada. Contenta con el resultado pero de una forma distinta.

– La impaciencia

Porque estás publicando en un blog y quieres que lean lo mejor que puedes darles, se lo pasas a un familiar o a un amigo. Y esa historia se cobra nuevas víctimas, haciéndose con su tiempo, a menudo por hacerte un favor porque entienden que para ti es importante.

Puede gustarles o no, puedes decidir guardarla o publicarla pese a todo, porque te puede la impaciencia. No te gusta dejar un libro a medias y no quieres que otros sientan eso mismo. No te va la vida en ello, hay cosas más importantes, pero has adquirido un compromiso, has empezado algo y debes terminarlo. Hagas lo que hagas, todavía estás en el principio.

Pasa más tiempo, tampoco sabría decir cuánto, pero sabes que has aprendido muchas cosas, más cosas por lo menos, y te ves obligado a volver a esa historia para modificarla.

– Más revisiones

paper_scrunched_wrinkle_264747_lComo en un juego de tablero, vuelves a la casilla de salida. Tampoco esta vez encuentras esa magia que buscas, solo más errores que pasaste por alto al no conocerlos.

Llegado este punto, pierdes la poca objetividad que pudieras tener. Ya no sabes si podrá gustar, si lo que tú sentías podrás transmitirlo aunque sea solo un poco. Si es mejor olvidarte de esa historia y pasar a la siguiente.

Las dudas se suceden y ya no sabes nada.

Por suerte o por desgracia, es tu historia y no puedes olvidarte de ella. Tienes que seguir intentándolo, tienes que seguir mejorándola.

Octava, novena, décima revisión. Nunca son suficientes. Siempre aparecen errores, algo susceptible de cambio, una situación inverosímil, un pensamiento estúpido, una reflexión inadecuada, una reacción desmedida

Para cuando ya no puedes dar más de ti y crees que por fin has logrado alcanzar lo que buscabas, te planteas pedir consejo más serio. Una correctora profesional, un amigo con ojo crítico, lo que sea.

Envías el documento e intentas no ponerte nerviosa. Vuelves a tu vida, o a otra vida, pero no eres capaz de ignorar lo pendiente. Necesitas saber qué tal está tu historia, si la persona que lo lee entiende lo mismo que tú o si, por el contrario, has vuelto a fracasar transmitiendo lo que tan claro está en tu cabeza.

Llega el resultado y te preparas para lo peor. Una parte de ti cree que has escrito algo genial, otra sabe que no es para tanto y que algunos errores no se han ido.

Tus ojos vuelven a volar por el papel pero van directos a las anotaciones. Muchas anotaciones, porque sean cinco o cincuenta, jamás serán pocas.

– El final

Tienes que afrontarlo y aprender de los errores. Puede arreglarse, el resultado se acerca a lo que querías. No es lo que querías, pero irás mejorando como has mejorado hasta este momento. Es tu forma de escribir y eso no se cambia en dos días.

Por fin tienes tu novela. Una novela de las veintiuna historias que guardas. Estás contenta, feliz, pero no olvidas que ha pasado mucho tiempo, has pasado mucho trabajo… y aún te quedan veinte.

 

Me he dejado muchas cosas sin resaltar, si habéis llegado hasta aquí entendéis lo difícil que me resulta igualar lo que pienso a lo que escribo. Me gusta mucho escribir, disfruto haciéndolo, pero, como todo, tiene su parte buena y su parte mala. Cuento con un montón de dudas pero hay algo que tengo muy claro: lo mejor de todo esto, sois vosotros.

Un saludo y muchas gracias por pasaros.

 

 

 

6 Responses to 20

  1. Valaf 25 octubre, 2013 at 12:30 #

    Pues mira, de todo lo que cuentas para mi, LO PEOR SIN DUDA, son las revisiones, hasta el punto que ya renuncio a ellas…PORQUE LO CAMBIARÍA TODO. Es decir, que lo escribo y luego no me gusto a mi mismo, lo cual ya es el plus del mal rollo. De hecho, hasta me cargaría capítulos enteros.

    Ahora hago lo siguiente: se lo doy a leer primero a mi esposa y, mientras lo hace, observo fijamente su carita…según vaya viendo los gestos que hace, sé si vale la pena o no, jajajaja…

    Un besazo

    • nesa 26 octubre, 2013 at 1:41 #

      ¡Hola, Valaf!
      Ves, ahí lo tienes: En dos frases has dicho lo que a mí me ha llevado tres hojas jejeje
      Me quedo con lo que dices de pasarlo y ver la cara, me ha gustado y lo que me ahorro.
      Un besazo y muchas gracias por pasarte.

  2. Yazmin Cedeno 26 octubre, 2013 at 5:01 #

    Hola Nesa espero que estés bien excelente saber que estas escribiendo otra historia de verdad me encanta las que he leído hasta ahora un beso

    • nesa 26 octubre, 2013 at 21:45 #

      ¡Hola, Yaz!
      Me alegra que te guste lo que escribo. Si que hay más 🙂 y espero que también lleguen a gustarte.
      Un beso y muchas gracias por tu comentario.

  3. Mientrasleo 28 octubre, 2013 at 23:32 #

    Gracias a ti, porque compartes con quienes no sabemos escribir lo que se siente al hacerlo
    Besos

    • nesa 29 octubre, 2013 at 1:24 #

      ¡Hola, Mientras!
      Buf, de mi versión no te fíes mucho jejeje
      Y… ¡Venga ya! Que cada vez que haces una de tus entradas con títulos encadenados me pongo verde de envidia 🙂
      Besos y gracias por pasarte.

Deja un comentario

Powered by WordPress. Designed by WooThemes