5. El móvil… ¿Has sido tú?

 

Estimado visitante… ¡Para el carro!

Puede haber muchas variables que te hayan traído hasta este rincón. Tal vez vengas a leer esta parte  de la historia en concreto, quizá mi pacto secreto con Google te arrastrara hasta aquí o puede que te hayas acordado de esta página y decidieras volver.

Por lo que sea y por si no lo sabes, esta historia tiene un antes y tendrá un después. Si te apetece empezar por el principio o te has perdido alguna parte, aquí tienes los enlaces:

  1. El caso… ¿Has sido tú?
  2. La caída…¿Has sido tú?
  3. El aterrizaje… ¿Has sido tú?
  4. La biblioteca… ¿Has sido tú?

Busca entre los nombres, es muy probable que hayas tenido algo que ver.

Sobre todo, espero que te guste.

Un beso y gracias por la visita.

 

bodega

 

5. El móvil

 

Mocauy dejó la casa del alcalde y regresó a la calle cargada de desconfianza hacia aquellos vecinos que se congregaban delante. El número de curiosos había aumentado mientras dos hombres jóvenes retiraban el carro con las espadas y los restos del difunto.

A esas alturas estaba convencida de que todos en el pueblo sabían qué había pasado y dónde estaba su desaparecida. No sería de extrañar que pronto estuvieran al tanto de la prueba que custodiaba. Más le valía andarse con cuidado.

El abrecartas era lo único admisible en un juicio pero los objetos que le habían llamado la atención le parecían igual de importantes. Hizo un listado mental: La colilla, el reloj, la estatua con la cámara, la habitación secreta, la sobrecubierta del libro, el escalón desencajado, el cofre vacío…

Decidió visitar los comercios que tuvieran relación con ellos. No sacaría demasiado, sus propietarios serían tan esquivos como la agente Laura, el ama de llaves, los taberneros o la dependienta, pero tenía que intentarlo. No iba a darse por vencida. Además, muchas veces lo que no se dice es más relevante que lo que sí se comenta.

Haciendo un barrido general, lo más próximo era la biblioteca. Allí podría indagar acerca de la sobrecubierta.

Caminó por la calle atenta a su entorno aunque su mirada estuviera puesta en el establecimiento al que se dirigía. El inmenso escaparate estaba abarrotado con libros que no pudo reconocer en la distancia pero que eran muchos. Curioso para un pueblo tan pequeño y curioso que tuviera escaparate. De no ser por la definición del letrero hubiera jurado que se trataba de una librería.

Si la memoria no le fallaba, era en ese lugar en el que había visto a la mujer con esas botas tan bonitas que le había transmitido esa sensación extraña.

Estaba harta de que la tomaran por tonta y de esas impresiones que generaban algunas personas. No tenían el menor sentido. Hasta ese día su percepción iba enfocada a un sencillo “es culpable, es inocente”; “oculta algo, está siendo sincero”. Allí no, iba más lejos y a las presunciones habituales se le unían emociones incoherentes y, en cierta forma, fantasiosas.

No creí en la magia, ni en los fantasmas, ni en el tercer ojo, ni en ese rollo zen que tanto estaba de moda. Si se basaba en las sensaciones y aplicaba su experiencia, sus principales sospechosos serían la mujer que había visto en el escaparate y, sobre todo, el ama de llaves. No sería de extrañar. Ante la normalidad con la que todos se tomaban la muerte del alcalde este no era una persona querida, tal vez fuera un tirano, y quizás Canopus se llevara la peor parte. Era un móvil de peso y ella misma podría haber modificado el escenario para que nada la delatase*1. Si la sangre del abrecartas era suya entraría dentro de la duda razonable.

A un paso de la biblioteca, se cruzó con una chica de pelo azul que llamó su atención. Había visto algo raro en sus movimientos pero no sabría concretar el qué. Se la quitó de la cabeza. Si seguía acumulando sospechas terminaría paranoica.

Demasiados puntos de distracción, eso era lo que tenía. Necesitaba centrarse, ordenar prioridades, y su mente se quedó con la sobrecubierta en un primer plano mientras entraba en el establecimiento.

Casi se le desencaja la mandíbula. Aquella biblioteca era digna de verse en una gran ciudad. Un mundo de libros en todas las formas, colores y tamaños, organizados al gusto de la propietaria en las numerosas estanterías y muebles adornados con grabados y detalles. El nombre le iba de maravilla: Entre montones de libros.

Mocauy se quedó inmóvil admirando el lugar, incapaz de pensar en otra cosa que no fuera semejante paraíso del lector y así estuvo un buen rato. Era un mundo de tinta y papel.

Cuando se le pasó la impresión avanzó entre estanterías, observando títulos y autores locales, fijándose en sus nombres: Dolly Gerasol, Vicente Hernándiz, F.J. Palacios, D. M. Marques, Díaz de Tuesta, María Nieves Ávila, Yami Castillo, Helena Pérez. Era tanto lo que le quedaba por descubrir…

Debía centrarse, sí, recabar información, buscar pistas… pero de lo que le daban ganas era de pedir el formulario de inscripción.

Una vez pasados los primeros expositores, pudo ver el mostrador principal. No había nadie en él.

Mocauy pensó que estaba sola hasta que le llegó una voz, una especie de susurro. Intrigada, siguió el sonido hasta dar con una zona de lectura en la que varios sofás rodeaban una pequeña mesa ocupada por más obras.

Había una mujer sentada con un libro en una mano mientras, con la otra, acariciaba a un gato naranja acurrucado en su regazo. Otra mujer pasaba el dedo por los lomos de los libros como si los contara. Era esta última la que emitía el susurro que había escuchado.

Estaban tan concentradas que no repararon en la detective.

—Buenos días —saludó Mocauy para atraer su atención.

Ambas mujeres se sobresaltaron y, en consecuencia, el gato bufó.

—¡Menudo susto! —exclamó Marian, la que estaba sentada, pronunciando las caricias para calmar al animal—. Que sigilosa es usted.

La que estaba en pie no reaccionó mejor.

—Maldita sea, ya he vuelto a perder la cuenta —protestó Marilú.

Mocauy no se tenía por sigilosa, ni su intención había sido molestarlas.

—Les pido disculpas. Estoy buscando a…

Una mujer asomó entre dos muebles con la mirada fija en Mocauy.

—A mí —le dijo a la detective.

Mocauy asintió, segura de que era la responsable de la biblioteca. Pese a no desviar la mirada, reconoció las botas que tanto le habían gustado y la extraña sensación.

La mujer se acercó y le tendió la mano.

—Soy Mientras Leo.

La detective respondió al saludo, con cautela.

—No le robaré mucho tiempo. Estoy investigando la muerte del alcalde.

Mientras Leo sonrió burlona y señaló un cartel que colgaba del techo.

—Sí, supuse que no venía por nuestro programa.

Sorprendida por el tono, Mocauy leyó el anuncio:

Escuela Verbalina: Curso de Escribe romántica impartida por Alexis, en colaboración con Las letras molan”.

Más suspicaz que nunca, Mocauy volvió a centrarse en Mientras Leo.

—¿Me está tomando el pelo?

La bibliotecaria amplió la sonrisa.

—Podría pero no. Sé quién es y por qué está aquí.

Después de tantas evasivas, a Mocauy le extrañó la franqueza y, sobre todo, que fuera directa. No era una buena señal.

Como la detective no decía nada, Mientras Leo habló.

—¿Le apetece sentarse?

Lo que le apetecía a Mocauy era irse. Esa sensación que le transmitía Mientras Leo era inquietante. La bibliotecaria le llevaba ventaja, mucha ventaja y, aunque no la había amenazado en ningún momento, tanta sinceridad podía implicar que no saldría bien parada del encuentro.

Se quitó esa idea de la cabeza. No se dejaría intimidar. Tenía un trabajo que hacer.

—No, gracias. Me gustaría saber…

—La sobrecubierta, supongo —se adelantó Mientras Leo—. Con semejante incendio debería haber ardido igual que todo lo demás.

Mocauy la miró desconcertada. La bibliotecaria se encogió de hombros.

—Disculpe —dijo Mientras Leo—, si se siente más cómoda la dejo terminar la frase.

Mocauy se sobrepuso.

—Me da lo mismo. Quiero saber qué demonios está pasando aquí.

—No, en realidad no quiere saberlo —aseguró Mientras Leo.

La detective iba a negarlo pero se lo pensó mejor. Seguro que no le gustaría. Era lo malo de su profesión.

—Es probable pero me veo obligada a hacerlo.

—Sí, lo sé. Es buena en su trabajo.

Mocauy desconfió. ¿La estaba adulando?. No lo parecía. Parecía sincera. Todo estaba siendo de lo más confuso.

—Está bien. ¿Qué puede decirme…?

Por qué sabía qué quería saber, Mientras Leo volvió a adelantarse.

—El alcalde se cayó por la ventana. Eso fue así, un accidente. La sobrecubierta quedó prácticamente intacta por el material en el que fue impresa. No es lo habitual pero tampoco suelen hacerse antologías con autores sin apellidos.

La detective se revolvió incómoda.

—Todo esto es muy extraño.

Mientras Leo sonrió divertida.

—Sí, eso también lo sé.

Porque empezaba a sentirse como una idiota, Mocauy también fue directa.

—Entonces sabrá que tengo serias dudas de que la muerte del alcalde haya sido un accidente, así como una prueba que la propia policía local ha intentando tapar.

Mientras Leo pareció sorprenderse.

—No, de la presunta prueba no sabía nada. Y, lo lamento, pero no la creo. Fue un accidente y, si por “policía local” se refiere a la agente Laura, no puede poner en tela de juicio su profesionalidad. Ella también es buena en su trabajo.

Mocauy dudó. Parecía convencida… o era muy buena poniendo cara de póquer. De forma inconsciente se llevó la mano al bolsillo del abrigo. El corazón le dio un vuelco. La prueba no estaba allí.

—¿Se encuentra usted bien? —le preguntó Mientras Leo.

La detective estaba muy lejos de estar bien. ¿Cómo no tenía la prueba?, ¿en qué momento la había perdido o, mejor dicho, se la habían quitado?. Era imposible. El recuerdo de la chica con el pelo azul  que se había cruzado en la calle regresó. Había notado algo inusual en sus movimientos… pero juraría que ni siquiera se le había acercado.

En otras circunstancias, Mocauy hubiera sacado ese genio con el que podía arrancar una confesión al más testarudo pero su caracter se veía anulado por la incomprensión. Jamás se la habían jugado de semejante forma.

Lo único que le quedaba en ese momento era el orgullo y no dejó ver cuánto le afectaba la situación.

—Estoy perfectamente —mintió. Saldría a la calle, encontraría a la chica de pelo azul así tuviera que buscar bajo las piedras. Ahora sí era evidente que se trataba de un asesinato. Nadie se toma tantas molestias por un accidente— y, si no lo sabe, ya le digo yo que sea como sea descubriré la verdad.

Sacó la foto de Yaz por pura rutina. Era lo último que le quedaba por hacer allí. Después haría un par de llamadas y a  ver si en unas horas aquellos  vecinos y los principales sospechosos seguían igual de confiados.

—¿Ha visto a esta chica?.

—Si —respondió la bibliotecaria.

Mocauy parpadeó. La afirmación la cogía completamente desprevenida.

—Bien, está bien… ¿Pasó por aquí?.

La bibliotecaria asintió.

Mocauy extremó la cautela. Algo olía a chamusquina… otra vez… y no en sentido figurado. Al aroma característico de la biblioteca, se le sumaba el olor a quemado.

—¿Podría decirme dónde encontrarla?.

Mientras Leo volvió a asentir.

—Está justo detrás de usted.

>>>>>>>>>>>>>>>> 

¡Aaaaaaallto!

Dejemos a la detective Mocauy en tan buena compañía y retrocedamos en el tiempo. Ella no lo sabe, tú tampoco (o sí porque has tenido algo que ver), pero ese mismo día de madrugada, con premeditación y nocturnidad, ciertas personas se reunieron para formar un motín y esto fue lo que pasó:

•••

“Dice La profecía que un ser maligno se hará con el poder. El reino de Fiorella perderá toda condición mágica y sus habitantes se volverán humanos, completamente humanos, los que tienen rasgos humanos y las criaturas mágicas, adoptarán el aspecto de los humanos. Mientras él tenga la piedra Offuscatio y a la elegida, el mundo mortal estará indefenso y poco a poco se irá haciendo con su control hasta someterlo en su totalidad. El maligno no se detendrá ante nada ni ante nadie, a menos que lo detengan. Eso dice La profecía.”

La bodega de la taberna ocultaba a las nueve personas que habían podido escabullirse sin llamar la atención del alcalde, más conocido como el maligno.

Una precaria bombilla creaba el mejor ambiente para confabular. No había mucho espacio, tres de las cuatro paredes estaban ocupadas por muebles botelleros, barricas de vino y estanterías para apilar alimentos, lo que obligaba a los presentes a acomodarse como buenamente podían, mientras discutían sobre su lamentable situación. Recuperar sus condiciones mágicas era prioritario pero no el único motivo por el que estaban allí.

Tras un par de horas, no habían avanzado mucho. Las profecías son fáciles de encontrar, difíciles de comprender. Las normas aún vigentes a pesar de ser humanos los limitaban, sobre todo la que impedía matar al maligno. El equilibrio debía prevalecer ante todo y para ello se necesitaba una figura que correspondiera al bien y otra al mal.

Esto lo resolvieron con facilidad: para acabar con el alcalde, primero había que encontrar quién lo sustituyera. Blacquier se había prestado sin el menor inconveniente. A nadie le sorprendió.

Una pizarra improvisada recogía los puntos más complejos del problema. Al lado de esta, en el centro de la bodega, Loida mantenía su optimismo. Dejar de ser una Elemental tenía sus cosas buenas, comer y beber entre ellas. Eso sí que iba a echarlo de menos cuando todo volviera a la normalidad.

—Vale, una vez más:  Dice la profecía

Mientras Leo soltó un quejido.

—Lo que dice lo sabemos, lo que significa o cómo la superamos es lo importante. —Pasar de ser una Hechicera a ser un humano es un cambio muy brusco. Lo había llevado bastante bien, no era de las que se ahogan en un vado de agua, pero con su condición se lo pasaba mejor.

A su lado, junto al mueble botellero, Mere batallaba con sus parpados, empeñados en cerrarse. Era un Hada diurna y su conversión a humana no había cambiado sus patrones de sueño. Su elegante sombrero se veía medio inclinado y, como la reunión se alargara mucho más, poco iba a aportar.

Cerca de la trampilla que conectaba la bodega con la taberna, Valaf, el tabernero, licántropo de condición, dejó salir todo su genio.

—¡Estoy harto! Yo digo que lo hagamos esta noche, ¡como sea!.

Mere soltó un lamento.

—Y dale con trasnochar. Si es de noche conmigo no contéis.

Desde un extremo, Blue apoyó a Valaf.

—Cuanto más tiempo pase más nos arriesgamos a que desconfíe y se proteja mejor.

En el extremo opuesto a Blue, de brazos cruzados y con mal gesto, Blacquier le llevó la contraria.

—No tiene que protegerse de nada, por ley no podemos matarlo y lo sabe.

Blue la fulminó con la mirada. La Arpía sabía perfectamente que se refería a protegerse de cualquier encerrona o motín.

—Tú ni siquiera deberías estar aquí. El único motivo que tienes para sacarlo de en medio es que así ocuparás su lugar.

Blacquier la miró desdeñosa.

—Obvio.

Al lado de Blue, sentada en una de las barricas de vino, Sisi alzó las manos pidiendo una tregua. Como Ninfa se guardaba bien de la Bruja o de la Arpía pero la situación era excepcional.

—Es evidente que las dos tenéis razón. Lo que necesitamos es un plan.

Sentada a su lado, la representante de los Elfos, Meg, intervino.

—Y saber dónde retiene a la elegida. Eso es igual de urgente. La policía ya ha estado aquí dos veces, si siguen visitándonos terminaran por sospechar que hay algo raro o, peor, le darán publicidad al pueblo.

Valaf se estremeció.

—Sin mencionar que hay un montón de rituales sangrientos*2 a costa de la elegida que le darían más poder a nuestro alcalde.

Mari, la más despierta de todos como buena Vampira, señaló la pared libre. Tras ella habían apilado miles y miles de lingotes de oro*3.

—Esta tapadera no durará mucho. Él sospecha que el oro de los enanos no desapareció junto con la magia. Ha estado buscándolo y no tardará en venir por aquí. A estas alturas nadie pone en duda su olfato y, como lo consiga, el mundo humano caerá rendido a sus pies.

Mientras Leo meneó la cabeza.

—Cuanto más domine, más difícil nos será a nosotros ir a por él.

Blacquier también tenía algo que decir.

—Si Canopus no siguiera la ley tan a rajatabla, esto lo solucionábamos en un santiamén.

Blue puso los ojos en blanco.

—Si no sigue ella las normas a ver quién las va a seguir.

Mientras Leo las interrumpió para que no volvieran a enzarzarse en una discusión.

Canopus nos ayudará en todo lo que esté en su mano, lo demás corre por nuestra cuenta.

Loida observó la pizarra garabateada.

—Pues no sé cómo y a mí se me han acabado las excusas para no entregarle mi colección de espadas. Con ellas ya tiene una buena forma de ser noticia y sabrá aprovecharlo. Que rabia me da no poder negarme, me costó horrores dar con ellas y mucho más el encantamiento.

Menos resignada, Meg también protestó.

—Está presionándonos para preparar toda la decoración. Quién sabe lo que intentará venderle al periodista de turno con tal de salir en la tele. Tengo que llevarle mañana una de las figuras que más me gustan. Me pasé horas trabajando en ella y era para mí.

Casi todos los presentes reflejaron en sus rostros la preocupación. Valaf dijo en voz alta lo que la mayoría pensaba en ese instante.

—Será implacable, hará lo que sea por conseguir que se fijen en él y en cuanto lo hagan… se acabó.

El silencio se adueñó de la bodega. Nadie iba a negarlo y no había mucho más que decir. Incluso a Blacquier, que jamás mostraba debilidad, se la veía afectada.

La noche caía sobre ellos, pronto tendrían que separarse llevándose el mismo peso con el que habían entrado y mucha más frustración. Ninguno quería asumir la derrota pero esta empezaba a ser real.

Blacquier fue la primera en despedirse. Lo único que la unía al grupo era ir contra el alcalde y, al parecer, el complot se terminaba ahí.

—Yo me largo, estoy mejor en mi casa y aún tengo que esquivar las cámaras de seguridad.

Ausente, abrazado a Mari para reconfortarse mutuamente, Valaf murmuró de forma automática.

—Cuidado con el escalón.

En contraste con los rostros afligidos, Mientras Leo sonrió.

—Un momento… creo que tengo un plan.

 

 

 

1-      Aportación de Mientras Leo
2-      Aportación de Valaf.
3-      Aportación de Mari.

 

 

 

Llegado este punto, que sepas que existen dos finales… ¡Dos finales!…

Puedes optar por el sencillo:

6. El final… ¿Has sido tú?

O, si te atreves, puedes irte a la versión extendida…

7. Al final… ¿Has sido tú? …que es como el final sencillo pero con más malos y más sangre.

El resultado puede ser  el mismo pero el camino lo decides tú 😉

 

 

Nota: Me he agenciado vuestros nombres, si, os avisé. La mayoría son de los que comentáis o habéis comentado varias veces, también estarán en ella blogueros a los que yo sigo y algunos de los que le habéis dado al “me gusta” en facebook. Desconocido, Misterioso, Discreto, y demás corresponden a los que no he podido meter o no conozco. La historia se divide en varias partes que iré subiendo a los pocos y terminará antes de fin de año. Con esto resuelvo un caso y la felicitación navideña del blog… que me he quedado sin postales 😉

En cualquier caso, espero que os guste.

Besos y gracias por pasaros.

 

 

 

 

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11 Responses to 5. El móvil… ¿Has sido tú?

  1. Valaf el licántropo . . . 27 diciembre, 2013 at 17:26 #

    Sí, sí, observo con satisfacción que finalmente ha dado usted con la naturaleza mágica de ALGUNOS de los miembros de lugar……………………EFECTIVAMENTE, SOY UN LICÁNTROPO, Y MÁS EFECTIVAMENTE TODAVÍA, MI ESPOSA LA TABERNERA ES VAMPIRA, bueno, yo la llamo mi VAMPIRITA, ohhhhhhhhhh, que colmillitos más DULCES tiene, jeje………..¿pero por dónde iba?, ah sí, QUE NO SE FÍE USTED DE LA LIBRERA, QUE SE RÍE DEMASIADO……………..yyyyyyyy, eso de reconocer a la desaparecida y HACERLE LA PELOTA A LA DETECTIVE es parte de su máscara-pa-quedar-reguays-y-desviar-sospechas. PERO FIJO QUE ES ELLA, es más, pa mi que el alcade-maligno no ha muerto y que es ella transfigurada, es más, cuenta la leyenda que una vez ya se la cargaron en Alejandría…………Y HA VUELTO, uyuyuyuyuyuyuyuy….si se fija, observará QUE TODO CUADRA, por cierto………..la del pelo azul………..¿¿¿¿¿¿¿no será usted, NO????????, jajajajajajajajaja…

    TU SAGA ES

    G uante blanco
    E ntre las letras que pueblan estos lares,
    N o te hago la rosca, qué va,
    I gualmente me callaría y saludaría sin más
    A l César lo que es del César, por Júpiter!!!, porque…
    L o está bordando usted.

    Un besazo!!!!

    • nesa 28 diciembre, 2013 at 2:26 #

      Estimado tabernero licántropo:
      Así que acerté, ¿eh?. Jajajajaja…. Me alegra un montón que te guste!!!
      Ni te cuento lo que me ha gustado a mí tu comentario, acróstico incluido. Ole, ole, ole!!!
      Y dale con culpar a la bibliotecaria. Sonríe mucho porque es atenta, no tiene ni pizca de mala intención, un angelito… o no, que aquí somos todos unas joyas.
      Yo sí que no he tenido nada de nada que ver con todo esto, soy una simple narradora. (Así, sin que se entere nadie, te comento que quería meterme pero me daría un papelón y no es plan).
      Debería dejarte a ti el final, el que planteas mola!!!!!!! Bueno, no sé yo qué pensará Mientras Leo jajaja
      Un besazo Valaf y mil gracias por pasarte!!

  2. Mari 28 diciembre, 2013 at 12:16 #

    ;)) Nesa, te cuento que cualquier final que le quieras dar va a ser inesperado -Ya te decía que en la bodega pasaban cosas muy extrañas…jaja…;P

    Me da a mi que mi ‘lobito de peluche’ -Cielos, qué garritas más monas tiene…jaja- tiene algo que ver, te cuento que arriba de la taberna tiene un telescopio y unos artilugios muy raritos…jaja. ¡¡Dile a la detective Mocauy que sólo me transformo en Vampira cuando le veo las garritas!! y que ¡¡No he matado a nadie!!…jaja…;P
    B7s

    • nesa 28 diciembre, 2013 at 17:06 #

      jajajaja… si, vuestra bodega es testigo de confabulaciones y a saber qué mas… ¡¡¿¿También hay cosas sospechosas en la parte de arriba??!!. Que poco partido le estoy sacando al lugar, ¡es una mina!, jajaja…
      Es pura defensa propia jajaja… seguro que la detective lo entiende 🙂 y ya le digo yo que no has matado a nadie jajaja…
      Un besazo Mari y muchas gracias por pasarte!!

  3. Mientrasleo 28 diciembre, 2013 at 12:17 #

    No, si ya sabía yo que tanto zapato y tanta bota me iba a terminar por delatar como bruja de Ciudad Esmeralda… En fin, ¡qué le vamos a hacer! mejor bruja que lincántropo acusica para desviar la atención. Porque estaba yo pensando que es lo único que hace, desviar la atención de una taberna en la que ya se ha visto que hay muchos secretos… y Mientras Leo es sincera por naturaleza. Así que sinceramente… como me siga acusando lo convierto de lobo a gato en un plis!

    Me lo estoy pasando pipa con tu historia, Nesa. Es genial como hilas y destejes para tenernos a todos pegados a tu tela de araña.
    Besos

    • nesa 28 diciembre, 2013 at 17:16 #

      jajajaja… era inevitable … pero bueno, eres Hechicera que eso está a otro nivel y así no corres el riesgo de que te aterrice una casa encima ;-))))
      Y si, lo veo, veo que aquí hay mucha maniobra de distracción… mucha taberna con secretitos pero la biblioteca seguro que no sé queda atrás…
      Desde luego más le vale al licántropo andarse con ojo o en vez de gruñir maullará jajaja…
      Me alegra mucho que te guste.
      Besos y mil gracias por pasarte!!

  4. Blacquier 31 diciembre, 2013 at 21:42 #

    Primero. Jamás y oye bien lo que digo: JAMÁS!!! Se me ha visto «afectada». O te retractas, o te vas a enterar de por qué el término «Arpía» se usa como un insulto de lo peor… no se si me explico… Y segundo: sabes lo que te digo? Yo creo que esos tres de ahí arriba que no hacen más que echarse las culpas unos a otros, acabarán rajándose y confesando hasta los caramelos que robaron de críos, porque querida BFF, yo soy más culpable que el demonio (a estas alturas nadie lo duda y al parecer me la sopla bastante, jajajaja) pero ellos tres me ayudaron fijo, aquí hasta el apuntador está en el ajo!!! Menos Mocauy, que sigue desaparecida en los comentarios porque no quiere admitir que está más perdida que un pulpo en un garaje y que no sirve para detective (Te lo habría dicho desde el principio si me lo hubieras preguntado antes de decidir hacerla prota)
    Como siempre, excelente el capi, muchos besitos y ns vemos en el 6.

    • nesa 2 enero, 2014 at 23:41 #

      No estabas afectada, ¡No estabas afectada!, NO ESTABAS AFECTADA!… en absoluto, para nada… ¿sirve?
      jajajaja no me perdonaras en la vida lo de hacerla prota ¿verdad?
      A ver… ¿Qué preferías?. ¿Arpía o Detective?, que un poco nos conocemos, eh 🙂
      Besos y ahí voy siguiéndote por los capítulos!!

  5. mocauy 1 enero, 2014 at 20:49 #

    la detective se encuentra algo aturdida pero aún mantiene la esperanza de poder realizar su trabajo…no se rinde..bsss

    • nesa 2 enero, 2014 at 23:46 #

      Ánimo Mocauy… aunque no te lo están poniendo nada fácil jajaja
      Un besazo y gracias por tu comentario 🙂

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