4. La biblioteca… ¿Has sido tú?

 

Estimado visitante… ¡Para el carro!

Puede haber muchas variables que te hayan traído hasta este rincón. Tal vez vengas a leer esta parte  de la historia en concreto, quizá mi pacto secreto con Google te arrastrara hasta aquí o puede que te hayas acordado de esta página y decidieras volver.

Por lo que sea y por si no lo sabes, esta historia tiene un antes y tendrá un después. Si te apetece empezar por el principio o te has perdido alguna parte, aquí tienes los enlaces:

  1. El caso… ¿Has sido tú?
  2. La caída…¿Has sido tú?
  3. El aterrizaje… ¿Has sido tú?

Busca entre los nombres, es muy probable que hayas tenido algo que ver.

Sobre todo, espero que te guste.

Un beso y gracias por la visita.

 

Captura de pantalla completa 23122013 23710

 

4. La biblioteca.

 

El caso olía a chamusquina y la casa del alcalde también.  Era difícil imaginársela en otras circunstancias pero, en opinión de Mocauy, habría sido elegante.

Nada más traspasar el umbral se encontró con un amplio recibidor cuyo suelo de mármol estaba ennegrecido por las idas y venidas de los encargados de sofocar las llamas. El primer piso no se había visto afectado por el incendio. Las paredes seguían igual de blancas y los cuadros colgados en ellas estaban intactos.

Lo único fuera de lugar eran el calor, el olor y los jirones de humo que se negaban a abandonar la vivienda.

Una mujer apareció por uno de los cuatro pasillos que convergían al recibidor y se dirigió hacia Mocauy y la agente Laura. Tenía restos de ceniza en la ropa, en el pelo y en el rostro, parecía bastante cansada. Aún así, les ofreció una afable sonrisa que consiguió que Mocauy se sintiera relajada.

—Agente Laura, detective —las saludó Canopus.

La detective fue incapaz de responder al saludo. Todas sus alarmas habían saltado gracias a la sensación de serenidad y calma que transmitía la mujer.

—Soy el ama de llaves del alcalde… bueno, lo era —se presentó Canopus, sin mostrarse demasiado afectada pero sin el entusiasmo que exteriorizaban otros.

Mocauy se sobrepuso y asintió. Iba a hablar pero la agente Laura intervino para acelerar las cosas.

—Será mejor que subamos.

La detective estaba de acuerdo, y convencida de que lo que quería la agente era que ella se fuera de allí lo antes posible.

Tras el ama de llaves, subieron por la escalera principal dónde empezaban a notarse las repercusiones del incendio. Al llegar a la segunda planta era imposible pasarlo por alto y el pasillo que recorrían cambiaba ante sus ojos. El olor a quemado y el humo resultaban cada vez más intensos. Las paredes perdían su luminosidad y, para encontrar el origen del incendio, solo había que seguir el mapa creado por el fuego, hasta verse en lo que había sido una biblioteca. Punto de inicio del fuego y de la caída.

Mocauy encontró de lo más reveladora la sala. Las llamas se habían ensañado con una de las paredes. De ahí había pasado a las otras y a los pocos muebles que decoraban el espacio.

Ni siquiera había que buscar las pistas, estas parecían estar señaladas con flechas de neón: justo al lado de la ventana, una escalera metálica con un escalón desencajado estaba apoyada contra una de las estanterías repletas de libros maltrechos.

La conclusión era obvia: si la ventana estaba abierta y el alcalde tuvo la mala suerte de tropezar con el escalón, pudo haberse caído perfectamente… pero ella no se conformaba con un accidente. Su intuición le decía que se fijara en otros detalles.

La agente Laura la sacó de sus cavilaciones.

—Bueno, es evidente lo que ha pasado.

—Es evidente. También muy posible… pero no me  gusta sacar conclusiones precipitadas.

Ignorando a la agente, Mocauy siguió observando su alrededor, centrándose en el patrón que dejaba el fuego.

La zona más afectada era la más próxima a la puerta. En los estantes que cubrían la pared no quedaba ni rastro de lo que los hubiera ocupado. Se fijó en el suelo y encontró una colilla chamuscada. Daba sentido a que el lugar ardiera pero no de esa forma tan violenta, por mucho que el papel alimentase las llamas.  Alguien había puesto especial interés en borrar de la ecuación algo. El problema era que le seguía faltando el olor característico de todo incendio provocado. Ella lo conocía bien, había llevado muchos casos del estilo… y no olía en absoluto a ningún acelerante conocido.

Desde la puerta, Canopus le habló a la detective.

—El alcalde tenía la mala costumbre de apoyar los cigarrillos en cualquier parte. Ni siquiera usaba el cenicero para eso. Apoyaba el filtro y hasta ahora siempre los había vuelto a coger antes de que se consumiera lo bastante como para quemar algo.

Mocauy prefirió no entablar conversación con el ama de llaves. En cierta forma la aturdía. Tenía que estar al cien por cien para no dejarse ninguna pista. Además, cómo se iniciara el fuego era lo que menos le preocupaba. Quería entender por qué y, sobre todo, qué relación tenía con su desaparecida.

Por esquivar a Canopus, miró hacia a la ventana y se fijó de nuevo en la escalera. Sus ojos fueron un poco más arriba del escalón desencajado, hasta una de las baldas superiores. Entre los restos de los libros había un reloj de  bolsillo. Se le hizo raro. No era un lugar imposible en el que colocar un reloj así pero sí bastante inusual.

La agente Laura intentó distraerla y se puso a hablar con Canopus. Mocauy prestó atención a la charla que mantenían pero no por ello dejó su investigación.

Para cambiar de perspectiva se centró en las zonas más alejadas. Sobre una mesa pequeña encontró la sobrecubierta de un libro prácticamente intacta. Le pareció importante. Al parecer se trataba de una antología pero no reconoció a los autores: Nahomi, Rose, Melissa, YenRocío, Sofía, Verónica, Rebeca, Marta… sin ningún apellido. Curioso, como también lo era el título del libro al que pertenecía: “Tic, tac… se te acabó el tiempo”. Muy sospechoso.

Un poco más lejos, en uno de los estantes de la pared, había una especie de cofre elaborado. Estaba abierto y el interior forrado con terciopelo azul. No vio nada dentro pero la tela constataba que había estado ocupado. No se trataba de un objeto grande pero si lo bastante pesado para dejar huella. Tal vez lo hubieran robado. Si el contenido resultaba valioso, era un buen móvil.

Podía preguntarle al ama de llaves si echaba algo en falta pero dudaba que le respondiera con sinceridad. Lo único que estaba en su mano era ser directa, lo que no implicaba que recibiera una respuesta fiable.

—¿Qué había allí?.

El ama de llaves siguió la dirección que la detective le indicaba. Observó el cofre y se encogió de hombros.

—Una piedra —respondió sin intención de dar más explicaciones.

Mocauy tuvo que conformarse con eso y no la presionó para que fuera más concreta. Definitivamente no le gustaba la sensación que le transmitía el ama de llaves y no porque fuera mala, sino justo por lo contrario.

Como Canopus estaba con Laura cerca de la ventana, aprovechó para volver a prestar atención a la zona en la que se había iniciado el fuego. Al volverse, casi pasa por alto una estatua, imposible de reconocer por lo que le habían hecho las altas temperaturas. Descansaba  sobre un pedestal que había en una esquina y tenía entre sus restos una luz roja parpadeando…. que bien podría pertenecer a una cámara oculta.

No dijo nada. Primero organizaría la información y luego pediría explicaciones. Tras un barrido general para no perder detalle,  volvió a la pared más afectada. No encontró nada en las estanterías combadas, todo parecía pintado de negro y cualquier cosa que hubiera allí se había convertido en cenizas.

Lo único que le quedaba a Mocauy era el suelo y lo contempló fijamente ignorando la colilla, en busca de otra cosa que sí le fuera útil. Cuando la vista empezó a bailarle, estuvo a punto de dejarlo. Una suerte que no lo hiciera. De tanto mirar descubrió que la capa de restos quemados era menos notable en una parte. Eso podía implicar que allí había una puerta. Al abrirla y cerrarla habrían creado esa diferencia en la superficie.

Era el momento de hacer frente a sus dos acompañantes y Mocauy se envalentonó. No iban a reírse de ella en sus narices.

—¿Y esa habitación?

La agente Laura pareció sorprendida pero Canopus no. Ni siquiera le dio importancia.

—Es una habitación del pánico. El alcalde, como toda persona importante, temía por su seguridad. La mandó construir en caso de asalto o robo.

Con especial cuidado para no pisar nada que pudiera ser relevante, Mocauy se acercó y, tras estudiar lo que quedaba de estantería, consiguió abrir la puerta tirando de lo poco que quedaba. Para ser un lugar que se supone infranqueable, su acceso le pareció demasiado fácil.

Una pequeña habitación la recibió en penumbra. Las llamas no parecían haberse entrometido allí. La cama improvisada y las escasas estanterías conservaban la apariencia de un lugar de emergencia.  Un pequeño baño estaba oculto tras un biombo. Más que una habitación del pánico parecía una celda, porque la habitación de invitados seguro que no era.

Por desgracia, nada indicaba que hubiera estado ocupada recientemente. O así había sido o Canopus se había tomado muchas molestias para que lo pareciera.

No tenía pruebas, ni forma de darle sentido a sus sospechas y ninguna de las dos mujeres iban a confirmar ni desmentir nada. No había mucho más que ella pudiera hacer allí. Dejó la habitación secreta y se volvió hacia Laura para decirle que se iba….

Algo brilló en el suelo. Laura también lo vio e intentó cogerlo. Mocauy fue más rápida y, con una bolsa de pruebas, echó mano al objeto sin la menor intención de dejar que nada lo contaminara.

—Debería ponerse guantes —dijo Mocauy, con la mirada fija en la de Laura, preparada para cualquier reacción por parte de la agente.

Laura mantuvo la calma.

—Que despiste. Menos mal que usted fue más rápida.

La tensión empezó a ser notable. La policía quería el objeto o, mejor dicho, no quería que Mocauy  lo tuviera.

—Una suerte, si —replicó Mocauy sin amilanarse, protegiendo la prueba en la bolsa y cerrando el precinto—. Si no le importa, yo lo custodiaré hasta que lleguen sus superiores.

Laura no tuvo demasiadas opciones. Como si nada, alzó las manos con indiferencia.

—Como quiera.

Sin bajar la guardia, la detective observó la prueba. Se trataba de un abrecartas con forma de espada que tenía grabado Toledo cerca de la empuñadura. Que fuera una espada ya era llamativo. Al fijarse mejor, descubrió que en la punta tenía lo que bien podrían ser restos de sangre. Era una prueba en toda regla.

—Me gustaría hablar con Loida. Tengo entendido que fue ella la que fabricó las espadas que mataron al alcalde —comentó Mocauy.

—Sí, fue ella —dijo la agente Laura—. Por desgracia no la encontrará por aquí. Tras el encargo que le hizo el alcalde agotó todos sus recursos y se vio obligada a desplazarse en busca de nuevos suministros.

Mocauy se mordió la lengua para no dejar salir el comentario sarcástico que le pasó por la cabeza. Loida podría estar a kilómetros o en cualquiera de las casas pero nadie diría palabra. Era un callejón sin salida. Lo intentó con la cámara, sin muchas esperanzas.

—He visto la cámara oculta. ¿Alguna grabación?.

Canopus no dijo nada.

—No —respondió la policía.

Mocauy no esperaba menos.

—Está bien. Por mi parte he terminado aquí. Iré a dar una vuelta mientras no llegan sus superiores.

La agente Laura asintió, con los ojos puestos en la bolsa de pruebas que Mocauy se guardó en el bolsillo interior del abrigo.

—Yo seguiré en la casa un poco más. La avisaré cuando aparezcan.

A esas alturas, Mocauy estaba segura de que allí no iba a aparecer ningún policía. Tras una rápida despedida dejó a las dos mujeres. Canopus se prestó a acompañarla hasta la salida y ella se negó. Podía salir sola y prefería hacerlo.

Apoyada en uno de los escaparates, Blue no perdía de vista la vivienda quemada, a la espera de que Mocauy regresase a la calle. Tenía unas ganas tremendas de que la detective se fuera, de recuperar su condición y de dejar de notar a Blacquier respirándole en la nuca.

Como sargento la Arpía no tenía precio. En su opinión, Blacquier estaba paranoica. ¿Qué esperaba que encontrase aquella entrometida?. No había nada, absolutamente nada. Lo del alcalde era un accidente y el caso que la había llevado hasta allí estaba a punto de resolverse.

 Celi, una de las brujas de su aquelarre, se le acercó a la carrera. La expresión de su rostro le dio mala espina.

—Tiene una prueba —le dijo Celi casi sin resuello—. Sisi se cortó con algo cuando se coló en la biblioteca pero todo fue tan rápido que no vio qué era ni le dio importancia. Al parecer, se trata de un abrecartas con forma de espada. Podría tener restos de sangre. Lo guarda en el interior de su abrigo.

Blue soltó un juramento y maldijo la fijación del alcalde por los objetos afilados.

Nadie creería a la detective por su palabra, sería distinto si tenía pruebas de cualquier rareza. Justo lo que le faltaba, que Blacquier tuviera razón en su empeño por no perder de vista a la humana. Iba a restregárselo de por vida.

De muy mal humor, Blue se preparó para intervenir y hacerse con la prueba costase lo que costase.

No estaban seguros pero era bastante probable que esa sangre recuperase sus cualidades mágicas cuando lo hiciera aquella a la que pertenecía. En el caso de Sisi, los humanos no la relacionarían con una Ninfa ni en un millón de años, pero bastaría para tener a un centenar de frikis husmeando. Se verían obligados a pasar las horas ocultos hasta que se fuera el último científico loco. No, gracias. Ese abrecartas no saldría del pueblo.

Tras unos interminables minutos, vio salir a la detective. Iba a tener que ser muy rápida, la mujer no era tonta y se la veía de lo más desconfiada. Por suerte para Blue no hacía demasiado frío. Si la detective llevase el abrigo cerrado hasta el cuello le sería imposible hacerse con la prueba.

Siguió cada uno de sus pasos y empezó a acercarse, mezclándose entre los demás vecinos con normalidad. Vigilándola de soslayo, intentó de adivinar a dónde se dirigía. Casi se le escapa una carcajada al descubrir que caminaba directamente hacia la biblioteca del pueblo. Apostaba a que su propietaria, Mientras Leo, era capaz de solucionar el problema sin despeinarse. Estuvo tentada a dejársela a ella… pero no tenía la menor intención de que Blacquier lo usase para desacreditarla. Lo haría ella misma. Era difícil pero no imposible.

Blue sabía que no tenía mucho margen, que debía ser de lo más cuidadosa. Cogió aire… y se preparó para el asalto.

 

 

Seguimos el jueves que el año está a punto de acabar. Mientras tanto: Feliz Nochebuena, feliz Navidad y, si sois de Papá Noel, espero que os traiga muchos regalos, hayáis sido buenos… o no 😉

Un beso y muchas gracias por la visita.

 

 

Nota: Me he agenciado vuestros nombres, si, os avisé. La mayoría son de los que comentáis o habéis comentado varias veces, también estarán en ella blogueros a los que yo sigo y algunos de los que le habéis dado al “me gusta” en facebook. Desconocido, Misterioso, Discreto, y demás corresponden a los que no he podido meter o no conozco. La historia se divide en varias partes que iré subiendo a los pocos y terminará antes de fin de año. Con esto resuelvo un caso y la felicitación navideña del blog… que me he quedado sin postales ;)

En cualquier caso, espero que os guste.

 

 

¿No has sido tú?… No sé yo. Esto continúa en:

5. El móvil… ¿Has sido tú?

 

 

 

 

, , ,

14 Responses to 4. La biblioteca… ¿Has sido tú?

  1. Valaf 23 diciembre, 2013 at 12:03 #

    Mientrasleo…HA SIDO MIENTRASLEO, sí, sí, esa bibliotecaria, sin duda ninguna, ha pillado un cuento de ninfas, gnomos, enanos, trasgos y hasta orcos y, mediante algún ritual propio de RUBIAS, ha montado todo ese tinglao, SEGURO. Además, creo que sé cómo torturo a la pobre chica…LE HIZO LEER LAS 50 SOMBRAS DEL TIRÓN, y ya luego se tiró por la ventana, COMO ES NATURAL, jojojojojo…

    HA SIDO ELLA, FIJO QUE SÍ, de hecho, suele entrar en la taberna y nos amenaza con esa espada para empinar el codo SIN PAGAR, siiiii, eeeeeellaaaaaa, ES ELLA…ya puedes chivárselo a la detective, jeje…

    un besazo!!

    • nesa 24 diciembre, 2013 at 1:24 #

      jajajaja… que bueno!!
      ¡¡Que crueldad!!
      Yo se lo chivo a la detective pero… que sepas que sigues teniendo algo que ver jejejeje
      Un besazo y gracias por pasarte!!

  2. Mientrasleo 23 diciembre, 2013 at 17:08 #

    Ehhhhh!!!
    A mi que me registren que yo jamás he tocado una espada ni nada que se le parezca. Antologías con autores sin apellidos! En mi biblioteca jamás habría algo así.
    Para mi que han sido los taberneros, en otro caso no hubiera prescindido de sus puntos suspensivos en cuanto ha tenido la oportunidad de acusar a otra persona.
    Besos y Feliz Navidad
    PD. Es una estilográfica, lo que saco es una estilográfica… pero aquí los modernos ya no saben reconocer una buena pluma cuando la ven (Y ellos tienen un cuchillo que bien pudiera ser una espada para partirse del jamón bueno que sacan cuando no estamos)

    • nesa 24 diciembre, 2013 at 1:30 #

      jajaja… cierto lo de la antología y ¡es verdad!, nada de puntos suspensivos… muy sospechoso.
      Madre mía que peligro tenéis. No sé si me da más miedo Valaf con el cuchillo o tu con la estilográfica!!
      Gracias por pasarte, besos y ¡Feliz Navidad!.
      PD: Que no, que no cuela, que seguro que si has tenido que ver 😉

  3. Canopus309 24 diciembre, 2013 at 4:38 #

    Al final diréis que he sido yo, una simple ama de llaves….. que se ha quedado sin trabajo, pobre de mi…
    ME GUSTA, ESTOY INTRIGADA….
    MUCHOS BESOS Y FELIZ NAVIDAD

    • nesa 26 diciembre, 2013 at 21:19 #

      ¡Me alegra que te guste!
      Pobrecita de ti que te he dejado en el paro… ¿Pobrecita?… no sé yo… jejeje
      Muchos besos, para felicitarte la navidad desde aquí no llego pero como ya lo hice antes me lo perdonas ¿verdad?. 😉
      Besos y gracias por pasarte.

  4. Mientrasleo 26 diciembre, 2013 at 21:03 #

    Eso, digamos que ha sido el ama de llaves…
    Me gusta la idea!!!

    • nesa 26 diciembre, 2013 at 21:17 #

      Que no, que no te escaquees jejeje.
      Estoy terminando el cinco… y sí, sales tú. Muahahaha
      Besos y gracias por pasarte.

  5. Blacquier 31 diciembre, 2013 at 21:14 #

    Por lo que veo aquí se tiran la piedra unos a otros con una facilidad…. ¡Cómo nos gusta escurrir el bulto!!! Y es cierto, yo he visto a Valaf zurrándole duramente al jamón que tiene escondido y ¡Vaya cuchillo jamonero!! Y he ido un montón de veces a la biblioteca y jamás he visto a Mientrasleo escribir con la dichosa pluma (Aquí entre nosotras, creo que ese trasto está más afilado que el abrecartas… no se si me explico) Veo que Mocauy anda un poco despistada que no se sabe nada de ella… qué le habrá pasado? Se habrá encontrado con alguna Arpía desagradable que por fin le dio lo que se andaba buscando?? Porque francamente, espero ser yo la culpable de lo del alcalde, pero si al final no fui yo y Mocauy descubre el petate, me ofrezco voluntaria para deshacerme de la detective aunque sea post-cuento… sin resquemores eh? Muahahahahaha

    • nesa 2 enero, 2014 at 23:37 #

      jajajaja… ya sabía yo que podía contar contigo… menudo peligro que tienes jajajaja
      Por ahora no nos cargamos a Mocauy. ¡Que estamos en navidad!… hablamos en febrero Muhahahaha…
      Y sí, escurren el bulto que no veas, que aquí somos todos unos angelitos sí, sí…
      Un beso enorme y mil gracias por tu comentario!!

  6. mocauy 1 enero, 2014 at 15:22 #

    bueno,bueno la cosa se pone mas interesante aun.Llegará la detective con vida al final del relato? que ganas le tienen… pero ella seguro que no parará hasta encontrar el culpable o los…..muyyyyyy buenoooooooo….

    • nesa 2 enero, 2014 at 23:45 #

      jajaja… mejor déjalo ahí que son muchos y están todos en tu contra. ¡No hagas movimientos bruscos!
      ¿Llegará o no?. A ver, a ver.
      Besos y muchas gracias por pasarte!!

  7. Rosa Hilda Torres López 20 enero, 2014 at 5:55 #

    Fregona la detective y muy inteligente… Saludos y abrasos!!!

    • nesa 21 enero, 2014 at 23:47 #

      ¡Hola Rosa!
      Si, es muy inteligente pero es que los vecinos de ese pueblo son tremendos y tú también, eh, no te hagas la despistada que también estás allí 😉
      Saludos, abrazos y muchas gracias por pasarte!!!

Deja un comentario

Powered by WordPress. Designed by WooThemes