Relato VI: El regreso

 

Edward-Hopper-room in new york-Room in New York, Edward Hopper

 

A través de mi ventana alcanzo a ver el edificio que hay al otro lado de la calle. Las luces de los pisos devuelven a su estructura clásica la vida que faltó durante años. No hay muchas, hace poco que se permitió a las familias regresar tras el incendio y la gran mayoría han hecho su vida en otra parte.

La séptima planta, la que a mí me interesa, sí está ocupada. En un modesto salón, un hombre lee la prensa y una mujer toca el piano.

Cuatro años tras el incendio, tanto tiempo para desarticular una mafia que buscó con ese fuego destruirme a mí y a mi familia por hacer bien mi trabajo. En eso es en lo que está pensando la pareja a la que espío.

Él atiende al artículo que desvela los detalles del trabajo policial más importante de la década. Sé que agradece el fin de las extorsiones, pero también le preocupaba que ahora nada me mantenga lejos.

 Ella se encuentra ausente, acariciando las teclas del piano y, aunque no alcanzo a oírlo, estoy seguro de que las notas corresponden al tema “Para Elisa”. Fui yo quien se lo enseñó, fui yo quien le regaló ese piano que recibió el perdón de unas llamas que no tuvieron la misma misericordia con otros objetos más valiosos, como las personas a las que sentenciaron.

Ha llegado el momento de presentarme y no sé hasta qué punto estamos preparados. Ha pasado demasiado tiempo y también demasiadas cosas. Se casaron porque era el único modo de protegerla, pero he visto suficiente para saber que la quiere. Y ella le corresponde. Con eso no contaba, estaba tan inmerso en el caso y tan desesperado que no medité mis decisiones.

Hay movimiento en la sala. Ella se ha puesto a llorar y él deja a un lado el periódico para ir a consolarla, ocultando la misma ansiedad. Mis últimas palabras planean sobre ambos como una losa. No medí ni el tono ni la advertencia. Él volvería al agujero del que lo saqué, ella sería feliz junto a alguien que estaba a su altura. Lo mataría si tocaba un solo céntimo de nuestro dinero y lo perseguiría hasta el infierno si le ponía las manos encima.

La distancia me impidió presenciar su día a día, pero me he puesto al tanto. Tocó mi dinero y la tocó a ella. La rabia estuvo a un paso de cegarme y no ver más allá de esta afirmación. Lo he investigado a fondo y no sé a qué atenerme. Desde mi marcha, estuvo buscando un trabajo honrado sin éxito. Ser un matón a sueldo no facilita que se abran puertas. La única alternativa que le quedó fue montar su propia empresa y ella le hizo un préstamo.

Hasta donde yo sé, hizo frente a las pérdidas de los primeros tiempos negociando con los bancos como quien no cuenta con respaldo económico. Fue cauto y sensato, incluso cuando la empresa comenzó a ser rentable. Nada de lujos, nada de excesos. Por esto lo aprecian como jefe. Se siente seguro, igual que se siente ella. La rodea con los brazos como si esperase que se la arrebatara en ese instante. Le besa la frente, acaricia las lágrimas que surcan sus mejillas, con la determinación pintada en el rostro.

Las palabras de consuelo susurradas al oído han logrado que ella se ponga en pie e intente apartarlo. Empiezan a discutir. No necesito estar allí para apreciar el dialogo: ella le pide que se vaya, teme que yo le haga daño. Él, se niega. Luchará por ella, hará lo que sea. No quiere abandonarla ni por mí, ni por nada en este mundo.

Contemplar la escena me hace daño. De forma egoísta, veo cómo pierdo protagonismo y soy sustituido.

Ella se merece mucho más que él. Un hombre de posición acomodada y sin demonios pasados que puedan presentarse en cualquier momento. Su alma no está limpia, sus manos conservan la sangre por más que pasen los años.

De un primer vistazo parece apuesto y elegante. La comida caliente y diaria, la ropa de empresario, le da otro porte. Hacen buena pareja, lo dice todo el mundo. Al parecer también ha aprendido a comportarse y todo ha sido por ella.

Incluso ahora, desesperado y asustado,  no se ve el menor atisbo de la violencia que antaño destilaba. Haría lo que le pidiera, la protegería con su vida y nadie la amará más de lo que él la ama.

El pasado es relevante hasta que uno mira hacia el futuro y él lo hace. No conserva lastres ni manías. Rompió con todo, incluso consigo mismo.

Han vuelto a abrazarse, temblando de impotencia. Si los separo, los mataría a ambos.

Mi tiempo se ha acabado. Ya no está en mi mano cuidarla, ya tiene quien lo haga. Debo asumirlo o perderé a la única familia que me queda.

Ha llegado el momento de cruzar la calle y llamar a su puerta. Tengo que poner fin a esa angustia que incluso aquí me alcanza. Será uno de los nuestros, se lo ha ganado, pero no bajaré la guardia. Un buen hermano mayor nunca lo hace.

 

 

 

4 Responses to Relato VI: El regreso

  1. Mientrasleo 14 junio, 2014 at 0:32 #

    Atreverse con un relato entero narrado es para valientes. Se nota que lo eres, y por eso me meto un poco. Extiéndelo un poquito, venga
    Besos
    PD Has visto el concurso Amazon Prensa?

    • nesa 30 junio, 2014 at 22:46 #

      Tomo nota sobre el consejo, lo extenderé 🙂
      Muchas gracias por el comentario y por leer el relato.
      Sí, algo vi… tendré que investigar 😉
      Besos

  2. mocauy 14 junio, 2014 at 8:06 #

    Hola, todo el relato ha sido interesante aunque me gustaría saber que sucede después de cruzar la puerta !!!

    • nesa 30 junio, 2014 at 22:44 #

      Tendré que extenderme más 🙂
      Muchas gracias por pasarte y por comentar!!
      Besos

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